jueves, 13 de noviembre de 2014

"Los grandes equipos se forman con gente normal, trabajando en forma extraordinaria"

Las montañas siguen allí
Pedro Algorta
2014

















Hace poco, de la nada, y digo de la nada porque así fue, me vino a la mente la Tragedia de los Andes, acaso porque en esta época del año por alguna razón me pongo meditativa con mi propia vida. En muchas ocasiones, esta historia me ha inspirado a muchos niveles, sobre todo por la extraordinaria manera en que el ser humano se aferra al don más preciado que posee, que es la vida.

Entonces, buscando aquí y allá me encontré con el libro de Pedro Algorta, uno de los supervivientes de esa tragedia tan adversa. Su título nos da la esencia del contenido "Las Montañas siguen allí", y a partir de ahí, nos lleva al interior de su crónica, de su historia, esa que vivió en carne propia junto a sus compañeros. En un acto de catarsis, Algorta nos abre su corazón, exhibe esos helados Andes que tenía escondidos en lo recóndito de su ser, y los comparte generosamente con todos los lectores.

Es impresionante cómo lo que hace la diferencia en todo lo que pasa a nuestro alrededor no son los sucesos, sino la manera en que los percibimos. La historia de los muchachos de los Andes es mundialmente conocida, todos la sabemos, sin embargo, la misma historia puede ser vista con diferentes sentimientos y puntos de vista.

Algorta nos entrega un relato franco, prolijo, directo, sin romanticismos, pero sí con emotividad, esa emotividad propia de una persona de innegable sencillez, sin pretenciones, sin egos innecesarios, porque nos aclara que cualquier persona puede aspirar a lo extraordinario, que ellos nada tuvieron de diferente al resto de la gente, sólo la vida los puso en esa circunstancia y lugar, y ahí, en automático salió a flote el instinto de supervivencia.



Esta historia en sí, es épica, sin embargo, a través de los ojos de Algorta, la vemos con un tinte diferente, una perspectiva práctica, una sencillez de corazón de aquel joven cuya lucha era sobrevivir un día a la vez.

Nos recuerda que cada persona tiene una montaña interna, unos gélidos Andes a cuestas, pero que no pasa nada, que la vida a pesar de eso puede ser lo mejor posible, y volvemos a lo mismo, la vida es buena o mala dependiendo de la perspectiva con la que se mire. Que a veces aunque llevemos un bagaje incrustado en el corazón y la mente, nuestros actos pueden llevarnos a vivir una vida que valga la pena ser vivida.

Un relato conmovedor, franco, valioso, un libro imperdible, y una joya, ya que el autor deja un pedazo de su corazón en él y como lector, al recibirlo, reconoces su valor con amplia admiración y respeto.

Gabriela Amezcua
2014

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